Las prácticas de corrupción no aparecen
solamente en sectores públicos o institucionales: “Ha penetrado los principios
éticos de las personas, las familias, las comunidades, instaurando una forma de
ser y comportarse frente a otras personas y a lo público. Algunas personas
reconocen que a veces se es corrupto sin saber, creyendo que se está actuando
bien”. Así lo reconoce la veeduría en un informe publicado por el diario EL
PAÍS.
Un factor común en las mesas locales es
que los ciudadanos ven la corrupción como un problema que está en manos del
Estado, “cuya respuesta ante este fenómeno al aplicar la justicia y legislar se
da a favor de los corruptos y de los intereses particulares, por encima del
bien común. Existe poca consciencia sobre cómo la ciudadanía es parte del
problema. La corrupción se percibe con fuerza en el mundo de la
institucionalidad pública, pero no en el mundo de los ‘ciudadanos de a pie’”.
Existe, además, inconformidad desde la
ciudadanía con los órganos de control: “La Personería, la Contraloría, la
Veeduría, nunca están, los controles no funcionan porque quienes tienen el
mando no funcionan”, dice una de las personas que asistió a las mesas locales.
Agrega otro participante que “a veces nos quedamos sin dientes para saber en
qué va la sanción. Nuestros entes de control están coaptados políticamente, en
ellos hay unos intereses políticos que no dan garantía de lo público”.
Hubo en ejercicio en las mesas locales
en donde los ciudadanos entendieron que la corrupción es algo más cotidiano de
lo que parece. El problema se manifiesta, según la Veeduría, en los siguientes
casos: faltas en la convivencia (como el comportamiento de “el vivo vive del
bobo” o el irrespeto permanente al otro); indiferencia frente a lo público (“se
indigna ante la corrupción, pero cuando tiene la posibilidad de participar de
algún beneficio de forma irregular, lo hace”); tráfico de influencias para el
beneficio particular; evasión de impuestos, contrabando, especulación con los
precios; detrimento del erario público (estafa, falsedad documental, fraude,
soborno) y falta de transparencia electoral (manipulación de electores mediante
compra de votos a cambio de beneficios con bienes o servicios”.
Las propuestas de la ciudadanía para
cambiar el panorama actual van desde un cambio personal y familiar (“cambios
orientados a recuperar valores y principios éticos”) hasta promover reformas
normativas para establecer sanciones más severas contra los corruptos (como no
aplicar casa por cárcel ni permitir reducción de penas por buen
comportamiento). Un factor central, señala el estudio, es que los ciudadanos
consideran necesario elecciones populares para elegir a los alcaldes locales.
Es necesario, además, “ejercer control social, a través de veedurías proyectos
o convenios. Acceder a la información pública, exigir control político e
involucrar a la ciudadanía en las decisiones administrativas”.
Varios autores se han dedicado a
estudiar este fenómeno en el comportamiento del humano en la sociedad y han
propuesto numerosas estrategias para acabar con la corrupción, algunas de ellas
son:
Asumiendo
y fomentando la sensibilidad hacia la defraudación y la corrupción, tomado
conciencia de los daños que ocasionan y de la importancia de eliminar estas
prácticas, fomentando esta sensibilidad se promueve una educación para el
desarrollo de líderes en la sociedad. Los partidos políticos suelen utilizar la
corrupción como arma arrojadiza contra sus adversarios, pero la reacción
pública contra la corrupción es todavía demasiado débil Fomentar la
sensibilidad social pasa por afinar el sentido de responsabilidad por
el dinero público, tanto en su recaudación como en su distribución.
Responsabilidad que se extiende al deber moral de pagar impuestos y a la
preocupación por el buen uso de los caudales recaudados.
Promoviendo
transparencia en las instituciones, sobre todo en los partidos políticos y
las instituciones públicas. Cuando las cuentas son claras y comprensibles y se
dan a conocer, el riesgo que hacer trapas o actuar con favoritismo disminuye,
si más no, por el riesgo de que se descubra.
Implementando
medidas disuasorias de comportamientos corruptos. Junto a la
transparencia, pueden contribuir a disuadir actuaciones corruptas leyes
exigentes, códigos de conducta bien elaborados y que se hagan cumplir, y
adecuados medios de vigilancia y control, incluyendo grabaciones conocidas por
todos y aumentar la vigilancia y preocupación ciudadana sobre hecho
que ocurren en la actualidad y diariamente.
Consiguinendo
una mayor eficiencia en la administración de justicia y en la actuación de
otros poderes públicos. No basta con tener leyes, sino que deben hacerse
cumplir. La lucha contra la corrupción exige inspecciones bien programadas y
una actuación decidida de inspecciones o de la fiscalía y aun creando
potenciado fiscalías específicas, como ya se ha hecho en diversos lugares. La
justicia, además de responder a su nombre, que es lo primero, tiene que
ser rápida y eficiente.
Eliminando estructuras
o políticas que incentiven la corrupción. Es lo que ocurre con una mala
regulación de la financiación de los partidos políticos, la cual puede
incentivar alternativas irregulares de financiación. También con subvenciones
poco claras o faltas de un control efectivo, que favorecen los sobornos.
Aumentando
el control social sobre las instituciones. Pueden hacerlo instituciones de
con observatorios específicos, los medios de comunicación, o bien organismos
específicos. Este control exige evitar conflicto de intereses, y en concreto
que el controlador tenga intereses sobre quien lo controla.
Educando
en la honradez. Según una encuesta, el 42% de los jóvenes de 16 a 24
años justifica la evasión de impuestos y el fraude, si bien están en
desacuerdo con los recortes sociales. La pregunta es, ¿se educa suficientemente
en la honradez? ¿Qué medidas tomas las escuelas ante las copias en los exámenes
y los plagios en los trabajos? ¿Cómo se presenta y ejemplifica el valor de la
honradez?
Transparencia y democracia electoral. Es
necesario que los procesos electorales sean más transparentes y participativos
y así aumentado la participación ciudadana y responsable.
Marco jurídico e institucional para prevenir la corrupción. Hay otros cambios necesarios en el marco
legal e institucional para prevenir y/o combatir de forma efectiva la
corrupción.
Gran pacto nacional contra la corrupción.
Ortega, uno de los autores dice que un país funciona cuando se identifican
grandes objetivos nacionales asumidos de forma responsable y colectivamente. La
lucha contra la corrupción dada su entidad y generalización, merece un gran
pacto, un compromiso de tolerancia cero con la corrupción. Sería básico para
que las medidas apuntadas arriba tuvieran el alcance y efectividad deseadas.
Pero también para generar un clima que impida que los partidos se “enroquen” a
la defensiva y por el contrario pasen a ser proactivos con la intolerancia
hacia la corrupción.
Bibliografía:
ResponderEliminarhttp://www.elespectador.com/noticias/bogota/propuestas-ciudadanas-evitar-corrupcion-articulo-462027 (Redacción Bogotá)
http://blog.iese.edu/eticaempresarial/2013/01/22/siete-ideas-para-luchar-contra-la-corrupcion-en-nuestra-sociedad/ (Doménec Melé)
http://elpais.com/elpais/2013/07/12/opinion/1373639215_762378.html (Jesús Lizcano Álvarez)
https://www.euroresidentes.com/empresa/innovacion/12-medidas-para-acabar-con-la (Andrés Pedreño)